La rodilla está formada por: Huesos, ligamentos, tendones y
músculos
Vamos a centrarnos en hablar de la rotura del ligamento
cruzado anterior de la rodilla. Ya que son dos estructuras ligamentosas que están
dentro de la articulación, uniendo fémur y tibia, para dar estabilidad sobre
todo en la dirección anteroposterior de un hueso sobre el otro. El LCA
transcurre desde la parte posterior y externa de la escotadura intercondílea
del femur hasta su inserción anteromedial en la tibia. Cruza por delante del
LCP que discurre de forma contraria, desde la parte anterior y medial de la
escotadura femoral hacia la región posterior de la tibia.
Los cruzados son fundamentales para la correcta cinemática
de la rodilla. El LCA se lesiona con muchas frecuencias provocadas a torceduras
que implican giro con el pie apoyado. Se puede producir una rotura completa del
ligamento, que se rompe en su inserción femoral y pierde su función de
estabilizar la rodilla en ciertos movimientos. En muchas ocasiones puede ir
acompañada de lesiones del ligamento lateral interno, casi siempre esguinces
sin rotura completa, de lesiones meniscales, y de contusiones óseas en la zona
externa de fémur y tibia. A veces el mismo paciente relata haber escuchado el
ruido de cómo se rompe el ligamento, cosa que apunta a una rotura de la
estructura. Cuando se acude a la consulta éste explorar la rodilla, siendo este
el más importante a la hora de tomar una decisión terapeútica. La necesidad de
intervenir o no se basa en lo inestable o estable que se encuentre la
articulación. La cirugía es de aproximadamente de una hora y se realiza bajo
anestesia raquídea (pinchando en la espalda) y con un manguito de isquemia en
el muslo para evitar el sangrado durante la operación. Los pacientes que se
intervienen suelen pasar una noche en el hospital para el control del dolor y
se van a casa con muletas y una rodillera articulada que durante dos semanas
debe llevarse bloqueada en extensión. El proceso de rehabilitación será
necesario para alcanzar la actividad deseada. Una de las complicaciones más
temidas es la rigidez articular que se combate sobre todo con la movilización
precoz. Normalmente la vuelta a la carrera no se aconseja antes de los 3-4
meses, y aunque todo discurra de forma óptima en la recuperación, el ligamento
artificial no tiene ni la misma intención hasta que pasa aproximadamente un año
desde la intervención..
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